miércoles, julio 27, 2011

ReCOrDanDO

Cuando un amigo se va deja un gran vacío en nuestros corazones y más si es el mejor amigo del hombre....




Recuerdo que hace 7 años, llegaba de casa de una amiga después de estudiar para un examen final. Kianna estaba guardada en su casa, no salió a recibirme, cosa que comprendí por que estaba preñada, toda ella hecha globito.
Era cerca de la una de la mañana, seguía sentada en el comedor, con una taza de té a mi lado, cuando escuché un chillido, sonaba a algo pequeño, Kianna estaba inquieta y comienza a rascar el fondo de su casa. Precavidos por lo que podía pasar cualquier día, una linterna estaba cerca del televisor. Y salí. Seguia escuchando un chillido y buscaba de donde venía el sonido aquel, levanté las tablas de la casa perruna y vi un bulto viscozo y lleno de tierra, lo levanté y a penas cabía en la palma de mi mano, tenía sangre y esta cubierto de una tela. Se la retiro de su hocico y se lo entrego a la nueva mamá.
Al día siguiente eran muchos de ellos, pero no nos importó, costaban mucho trabajo, pero ahí estabamos, fueron creciendo, era muy gracioso verlos después de comer; comían tanto que sus barrigas eran mas grandes que sus patitas, y empezaban arrastrarse. Llegó el momento de despedirse de los cachorros, menos de dos.
En mi casa, habíamos perdido a un perro que vivió con nosotros 15 años, mi mami había tomado la determinación de ya no tener mascotas, pero nos enamoramos tanto de los dos cachorros, que ella partió a Riobamba y él se quedó haciéndonos compañía en la capital.
Aragorn, era todo un personaje, desde pequeño se notaba que tenía su gran personalidad, siempre fue el perro alfombra, el que dormía mas, al que había que despertarle e incluso levantarle para que coma. Su manera de ser fue especial, muy inteligente, tenía una personalidad única. Muchas anécdotas vienen a mi mente, como desde cachorrito nos ganaba, parandose entre la puerta de vidrio y la protección, hacía ademanes como que estaba atrapado y se estaba ahogando, y la única solución era la de abrir la puerta para que entre a casa.
Era mi almohada preferida en esos momentos en los que llorar era lo único que me consolaba. Me hacía compañia en mis largas noches de estudio, e incluso subía hasta el tercer piso para acompañarnos en las mañanas. Y pasó el tiempo, en navidad con sus luces y adornos, el entraba lo más calladito que podía y se robaba un adorno en forma de reno, era su favorito
Ya mas grande, el instinto y las hormonas hicieron de las suyas, los dos perros se peleaban, eran momentos de tensión, pero después todo volvía a la normalidad, bueno casi todo, habia que remendar al perrito...

Al llegar a la casa, abrir la puerta y escuchar el concierto de ladridos, y si estabas con las manos llenas, decirle: ábreme la puerta, era un chispazo para que te ayude, luego pedia su recompensa: Un montón de caricias, si no, la otra puerta era imposible de abrir. Si nos tardabamos en darles la comida, el hacia sonar el plato como para recordarnos que ellos también tienen hambre.
Hacía de guía para su madre al regresar del bosque. Le encantaba que le rasque detras de las orejas, el pan, los juegos, correr y saltar.
Hasta que se enfermó. No puedo decir exactamente que paso en esos dias, y eso es lo que me duele mas, no haber estado ahí, ayudando, mirando, pasando malas noches con él.
Es ya una semana desde que partió a molestar a alguien más, pero aquí quedamos, tristes con un hueco en la panza y todavia muchas lágrimas por derramar.
Gracias a todos por su apoyo y por entender que los animales también son grandes amigos, y sea como sea, siempre nos harán falta.

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